Máquinas de vivir. Flamenco y arquitectura en la ocupación y la desocupación de espacios
Un proyecto de Pedro G. Romero y María García Ruiz producido por BNV Producciones en el marco de la Plataforma Independiente de Estudios Flamencos Modernos y Contemporáneos (PIE.FMC). CentroCentro Cibeles de Cultura y Ciudadanía de Madrid (20 de octubre de 2017 – 4 de febrero de 2018) y La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona (23 de febrero de 2018 – 20 de mayo de 2018).
Este proyecto traza una genealogía histórica de las maneras de situarse en el espacio moderno, la arquitectura y el urbanismo, desarrolladas entre la segunda mitad del siglo XX y la actualidad. Nuestra época ha hecho del vivi runa forma administrada de habitar. Es necesario revertir esta fórmula: hacer del vivir un modo político de habitar el mundo.
Máquinas de vivir. Flamenco y arquitectura en la ocupación y desocupación de espacios toma su título de un comentario de Federico García Lorca a Manuel de Falla, recogido en Arquitectura del Cante Jondo (circa 1932), según el cual, paseando ambos por una calle granadina, escucharon de repente un cante antiguo, una voz y un toque de guitarra que salían desde el interior de una casa, entonces, al asomarse a la ventana, vieron «una habitación blanca, aséptica, sin ningún cuadro, como una máquina de vivir del arquitecto Corbusier».
Lorca aplicaba aquí, a la vivienda de un flamenco, el célebre machine à habiter de Le Corbusier, asociando de manera libre, conflictiva e incluso colonialista, el funcionalismo de la casa moderna con la obligada austeridad de la casa de un pobre.
No obstante, es en esa brecha de significados abierta por el poeta entre vivir y habitar, entre vida natural y vida política, entre zoé y bios, sobre la que gravita este proyecto, un fecundo terreno desde donde se traza una genealogía histórica acerca de las formas de situarse en el espacio doméstico, la arquitectura y el urbanismo, explorando aquellas reinvenciones de los flujos circulatorios, de movilidad y de paseo que arrancaron su andadura durante la segunda mitad del siglo XX para desarrollarse, de forma compleja, en el presente.
Mediante coreografías, músicas, acciones, escenografías, pinturas, películas, fotos y documentos, la exposición propone un ajuste espacio-temporal entre tres campos de producción distintos, tres maneras de comprender el territorio, la ciudad y la casa que se enuncian bajo los epígrafes de Espacio radical, Espacio social y Espacio teatral, antecedidos por un Prefacio.
Nuestra época es, quizá, aquella que ha hecho del vivir una forma administrada del habitar. Cabe, pues, revertir esta fórmula: hacer del vivir un modo político de habitar el mundo. O mejor, volver a saber que aquello que separa el vivir y el habitar es algo invisible, seguramente intangible, algo que se nos escapa entre las distintas estancias y las sucesivas instancias: lo que se pierde. Se canta lo que se pierde. Ese es el vivir que convocamos y del que nos gustaría aprender.
Fotos: Lukasz Michalak